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En Animal Well asumimos el papel de una pequeña bola antropomórfica que se encuentra explorando un complejo sistema de cuevas hechas de píxeles, estatuas imponentes y linternas oscilantes. El juego no nos lleva de la mano, explicando con detalle qué hacer y cómo hacerlo, sino que todo fluye armoniosamente dentro de él, desde los primeros compases. La ausencia de indicaciones en pantalla, por el contrario, te empuja a inspeccionar cada rincón del mundo en busca de pistas útiles.
En pocas palabras, el objetivo es recolectar objetos esparcidos por el mapa para desentrañar los misterios y superar los desafíos que se te presenten. En Animal Well, cada área es, en última instancia, un rompecabezas por resolver: un rompecabezas formado por obstáculos que superar y secretos por descubrir para avanzar. Compuesto por pasajes ocultos y caminos alternativos, el diseño de niveles es inteligente, está bien elaborado y evoca el encanto atemporal de la era de los 8 bits, cuando la creatividad era quizás uno de los elementos más importantes de un videojuego. El título de Basso empuja al usuario a agudizar su ingenio, gracias a la presencia de varias herramientas que se pueden encontrar a lo largo del viaje, que completamos en unas 9 horas pero con lo que se necesita para durar más.
Volviendo a los artículos útiles, estamos hablando de juguetes como yoyos, frisbees, petardos y palitos de pompas de jabón, que deberán usarse de manera creativa para avanzar a otras áreas. El juego, sin embargo, se diferencia de otros exponentes del género, ya que cada elemento cuenta con múltiples métodos de uso, que la pelota debe revelar por sí misma. Lanzar el freesbee, por otro lado, puede mantener ocupado a un perro molesto, mientras que saltar sobre él nos permite atravesar rápidamente un nivel, para deleite de los speedrunners. No queremos estropear nada más sobre las funciones de estos objetos, porque preferimos dejar que descubras de cuántas maneras puedes interactuar con el entorno que te rodea. Pasando al puro juego de plataformas, otro elemento clave del producto, en Animal Well saltas lo cual es un placer, gracias a un sistema de control perfectamente sensible. Ya sea saltando sobre plataformas desvencijadas y cronometrando bien o explorando áreas secretas, los movimientos de nuestra pelota son siempre fluidos y precisos, incluso en escapes espectaculares de las garras de los “jefes” que son absolutamente convincentes en el frente estético.
Dados los méritos del diseño de niveles y la variedad de entornos, retroceder nunca nos pareció aburrido, también porque, en general, el nivel de desafío de la producción no permite demasiadas distracciones. Entre secciones de plataformas y acertijos más complejos, siempre hay que tener cuidado, también porque a la salida tenemos que comenzar de nuevo desde la última habitación equipada con un teléfono en el que guardamos el juego, y no desde un punto de control quizás cerca del rompecabezas en cuestión. Como puedes adivinar fácilmente por el título del juego, uno de los elementos distintivos de Animal Well es la presencia de varias pequeñas criaturas. En el camino, nuestra pequeña bola se encuentra con muchos animales, diferentes en comportamiento y características peculiares. La atmósfera oscura y misteriosa que rodea la experiencia podría llevarnos a considerarlos a todos como amenazas, pero en cambio muchos de estos habitantes del mundo son inofensivos e incluso pueden darnos una pata, para mantenernos en el tema.
Si los conejitos y las palomas nos permiten saltar sobre ellos para facilitar nuestras plataformas, otros seres resultan ser mucho menos amigables. Con la ayuda de respuestas sonoras específicas, el balón a menudo tendrá que huir tratando de esquivar a sus atacantes lo más rápido posible o aprovechar la creatividad sana en el uso de las herramientas a su disposición. En el aspecto artístico, el trabajo de Billy Basso es nada menos que extraordinario. Con una paleta de colores que evoca una sensación de nostalgia por los grandes clásicos de los años 80 y 90, el título es un placer para la vista, rico como es en pequeños detalles e interacciones ambientales. Todo en Animal Well está pensado para restaurar una atmósfera misteriosa, perfecta para sumergirnos en un entorno onírico: los reflejos en las ondulaciones del agua, la curvatura de la hierba al pasar la pelota o el caleidoscopio de luces que produce el crepitar de un petardo demuestran un nivel de cuidado inesperado.
El mapa, por otro lado, no siempre es fácil de leer, pero apreciamos la posibilidad de agregarle iconos, útiles para volver fácilmente a un área de interés. Desde el punto de vista sonoro, el juego se caracteriza por la ausencia de música en favor del silencio total, interrumpido únicamente por ruidos ambientales como el susurro de las enredaderas o los sonidos de las criaturas que habitan el pozo.